La pregunta del título de Freud de 1919: “¿Se debe enseñar psicoanálisis en la
universidad?”, podemos transcribirla y replicarla hoy en ¿Se debe escribir psicoanálisis
en la universidad? De inmediato, de manera polifónica, hay que decir
que mientras las dos preguntas siguen vigentes, y provocando consecuencias
diversas, existe el psicoanálisis en la universidad, y penetrado con otra pregunta
por sus efectos.
Una revista de psicoanálisis en la universidad, con las condiciones que la
época de la academia ha impuesto sobre las investigaciones, de modelos de restricción
formal y de control burocrático concomitante, nace con todas las posibilidades
de caer en un nido de trampas. Sabemos de la selva de confusiones que
precede y envuelve al psicoanálisis en la universidad; desde el doble movimiento
freudiano que requería la entrada del psicoanálisis y la defensa simultánea al
psicoanálisis lego. No deja de mantener ese tono paradojal el hecho de que
actualmente siga operando una fuerza centrífuga, que temerosamente procura
impedir que la universidad fagocite al psicoanálisis. ¿Cómo cuidar al psicoanálisis
de la aceptación e incorporación universitaria? Si bien Freud planteaba que
la formación del analista podría prescindir de la universidad (sin desconocer que
justamente parte de ese planteo era correlativo a la exclusión que el psicoanálisis
sufría), la idea respondía (y responde) en términos generales a la incompatibilidad
de la práctica con cualquier título. Que esta revista sirva probablemente
para que profesores de la Facultad de Psicología, que son (o trabajan -para no
abusar de la ontología- de) psicoanalistas, consigan un recurso académico y
administrativo para sus concursos y carrera docente no debiera empujarnos a
identificar esto con una resignación o retroceso del psicoanálisis ni tampoco,
querría, a un descuido por la escritura, por el amor a la palabra como objeto
material.