Las prácticas ascéticas propuestas por los estoicos romanos como vías de
acceso a la vida virtuosa parecen, a primera vista, establecer un conflicto
con la concepción intelectualista de la acción humana defendida por la
ortodoxia estoica. Dada la función pedagógica que asumen dichas prácticas
en el estoicismo romano, el interrogante acerca de su legitimidad doctrinal
se vuelve inevitable, en la medida en que parecen admitir la ineficacia
de la argumentación racional como vía de (auto) persuasión respecto
de la axiología estoica. El objetivo del artículo consistirá entonces en
analizar dichas prácticas ascéticas, a fin de demostrar que, a pesar del
origen pitagórico-cínico de las mismas, no sólo no contradicen la matriz
intelectualista de la psicología, sino que, por el contrario, representan
un dispositivo gnoseológico central para la dinámica de la comprensión
desarrollada durante ese período de la escuela.