En el año 1828 se instaló en Buenos Aires el primer establecimiento comercial que implementó en forma sostenida la tecnología litográfica
como método de producción de documentos e imágenes. Este hecho introdujo una práctica novedosa en la cultura visual porteña. Durante el lapso
de casi diez años en los cuales operó, la firma “Bacle y Cía.” –denominada
desde 1829 “Litografía del Estado”– produjo y puso en circulación una
considerable cantidad de objetos gráficos de diverso carácter. En el soporte
de libros, folletos o láminas diseminó retratos de hombres públicos, vistas,
álbumes ilustrados de trajes y costumbres, imágenes estampadas en hojas
sueltas, papeles de música, libros con portadas o ilustraciones litografiadas,
documentos oficiales o particulares como patentes, títulos de propiedad,
invitaciones, letras de cambio, programas de teatro, planos topográficos,
mapas y diagramas. Publicó asimismo los primeros periódicos ilustrados
locales y posibilitó el emplazamiento de imágenes y elementos decorativos
en todo tipo de trabajos comerciales. Pero además desarrolló gran parte
de la propaganda política del régimen rosista produciendo a través de la
impresión litográfica divisas federales así como el retrato de Juan Manuel de
Rosas multiplicado en fundas de sombreros, guantes o chalecos