A mediados de los 60 se produjo en Chile la proliferación de peñas folklóricas donde se
presentaban números musicales en vivo. Por aquellos años Violeta Parra retornó a Chile y decidió
sumarse al fenómeno a partir de una “peña” poco convencional, La Carpa de la Reina.
El presente artículo analiza la faz artística, cultural y política de este emprendimiento montado
por Violeta meses antes de poner fin a su vida. A partir de ello se buscará dar respuesta a
diferentes interrogantes que determinen si La Carpa fue continuidad y punto climático de la
experiencia de peñas folklóricas o sí esta idea desarrollada por Violeta Parra resultó una
propuesta antagónica tanto en el contenido como en la forma.