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La presencia del español en la formación en lenguas extranjeras

Fecha

2016

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Metaphorein N° 6
Resumen
Seguramente nada de lo que digamos será nuevo, lo más seguro es que sigamos hablando sobre lo obvio, pero si advertimos que conviene manifestarlo, tal vez, sea porque no terminamos de ver la situación con la suficiente claridad que esperamos. Todas las carreras focalizadas en una lengua extranjera, cualquiera sea esta, se emprenden con el presupuesto de que se sabe, se domina y se conoce la lengua propia. Desde luego que se sabe, sin dudas que se domina, pero ¿se la conoce? Una cuestión es poder utilizarla, producir significados, comprender las expresiones: habilidades que se han ido incorporando de manera sesgada, con algunas indicaciones, con hipótesis más o menos ajustadas. Otra muy diferente es conocer la lengua que usamos –que tampoco es la que se estudia en la escuela–, la que está viva, la que cambia, la que nos habla. Ser usuarios y eventuales divulgadores de un idioma no presupone que tengamos acceso pleno a su estructura, a su funcionamiento, a sus potencialidades ni restricciones. Obviamente, estaremos contenidos entre estas limitaciones. Conocer nuestra lengua nos exige un gesto de humildad, una actitud que permita asumir la ajenidad con lo que, hasta entonces, se asumía como íntimo. Uno se sentía propietario de su idioma (idios= lo propio), de lo que identifica. Querer conocerla implica tomar distancia, asumirla como objeto.

Palabras clave

Español lengua materna, Adquisición de lengua extranjera, Identidad lingüística

Citación