[es] El fenómeno de las redes sociales y su acelerado uso por
audiencias y políticos, abre no pocas incógnitas en la ya
compleja actividad periodística. La cada vez más acentuada
interdependencia en red -de agendas globales- encuentra
en el microblogging una fuente informativa de novedades
locales que emergen de las redes sociales. Su atractivo: el
suspenso de un “continuará…” que pone a sus protagonistas
en un momento triunfal del relato, asociado a la espectacularidad de la polémica y a la continua sorpresa, que privilegia el
melodrama en 140 caracteres al chequeo de fuentes.
Los protagonistas de las noticias (sujetos del enunciado) encarnados en los llamados políticos 2.0 pasan a ser actores
principales en la producción y circulación de la información
(sujeto de la enunciación). Esta novedad subvierte el orden
interpelante–interpelado entre medios y audiencias, escapa
al simple análisis de contenidos y obliga a revisar cómo se
establecen los “contratos de lectura” (Veron, 1985) que, a
diferencia de aquellos estudios centrados sobre el soporte
papel, hoy deben anexar los cláusulas preexistentes surgidas de las redes sociales, que no negocian e ingresan de
manera indirecta y naturalizada en el newsmaking la agenda
noticiosa