La novela de Palermo da cuenta, así, de un juego literario del autor, en el que
coexisten el pulso de una época y la intimidad insondable de los protagonistas.
Es precisamente a la encriptación de esa intimidad a la que Palermo le responde
con ficción, con la creatividad de un diálogo que, con seguridad, nunca habría
existido, pero que, en función de una memoria histórica que siente y recupera el
pasado sin desoír sus potenciales reverberaciones futuras, el autor pretende dar,
aun al asumir el carácter imposible de esa operación.