Camino hacia una reforma fiscal verde: Tarifación del carbono

El mundo debe avanzar rápidamente hacia economías des-carbonizadas que minimicen el uso de los recursos naturales para mantener el planeta habitable para las generaciones futuras. Eso significa pasar de una matriz energética basada en combustibles fósiles a otra basada en energías menos contaminantes y fuentes renovables. Esta transición es costosa ya que requiere adaptar el consumo y la producción a una nueva fuente de energía, generando múltiples impactos, incluidos los redistributivos (entre sectores sociales, regiones y generaciones). Analizar de qué manera la fijación del precio del carbono puede contribuir con estrategias de recuperación sostenibles y lograr cero emisiones netas, debe ser fundamental a la hora de establecer las prioridades de la agenda de gobierno. Un precio a las emisiones de carbono es una forma de abordar de raíz el cambio climático, creándose un incentivo para que las empresas y las personas cambien sus patrones de inversión, producción y consumo. A través de una señal de precios clara y firme, la fijación del precio del carbono establece los estímulos adecuados para la transición de gran escala tan necesaria hacia una economía con bajos niveles de emisión de GEI. Tanto el mercado de carbono como el impuesto a las emisiones de CO2 son instrumentos diseñados para reducir las emisiones de GEI, pero diferentes en su enfoque y estructura. Los gobiernos pueden elegir implementar uno u otro, o incluso combinar ambos, dependiendo de las circunstancias y las políticas climáticas específicas de cada país o región. Se trata, por tanto, de propiciar un amplio debate a través del cual se logren conjugar las múltiples dimensiones involucradas en la construcción de una nueva estrategia de desarrollo sostenible, a partir de considerar una reforma fiscal verde, que busque conjugar las diversas perspectivas implicadas.