Escuela de Letras. Facultad de Humanidades y Artes. Universidad Nacional de Rosario
Resumen
En La fiesta vigilada (2007), el escritor cubano (en el exilio) Antonio José Ponte ha rehabilitado un malestar en vías de desaparición para la mayor parte de Occidente: el temor de la cultura frente al Estado. Alrededor de él, Ponte ha escrito una notable elegía a la alta cultura, a la sensibilidad y las operaciones en que se funda, incluso a la comunidad alternativa que parece ofrecer. A contrapelo de las lecturas “posmodernas” de Ponte, como la de Reinaldo Laddaga que aquí se discute, este artículo sugiere que a su atractivo no son ajenos el anacronismo y la melancolía, en tanto nos recuerda la época heroica de la autonomía literaria, tan desdibujada en tiempos de hegemonía del mercado.