En este artículo sostenemos la hipótesis de que
la cuestión de la ciudadanía política es formulada por Esteban Echeverría, miembro de la
Generación de 1837, como un producto histórico
e institucional del progreso que, gradualmente, y
a través de la labor pedagógica de los más capaces, se ampliará a toda la sociedad.
La ciudadanía política, pensada en escala meritocrática, entre el municipio y el nivel nacional
es para Echeverría una solución al problema
del desajuste producido entre la ley electoral de
1821, implementada por los rivadavianos en el
Estado provincial de Buenos Aires, y la inexperiencia del Río de la Plata en materia de gobierno
representativo. Para enmendarlo propondrá, siguiendo a Francois Guizot, organizar la democracia en base a la “soberanía de la razón”, es
decir a través del gobierno de los más capaces.