En el presente ensayo nos propusimos indagar acerca de la naturaleza de los
comentarios en general, y de los comentarios filosóficos, o realizados por filósofos, o
por todo aquél que se ponga a comentar con (o sin) pretensión de filosofar, en
particular.
El tema que nos convoca surgió del debate en las pasadas Jornadas, tenidas
también aquí mismo 1 , y consideramos oportuno tratarlo ahora un poco más
detenidamente.
Haremos el recorrido que acabamos de mencionar, puesto que quisiéramos
aplicar nuestras reflexiones –particularísimamente– al autor que aquí, como aquella vez,
nos ocupó: Tomás de Vio, el Cardenal Cayetano.
Habiendo pasado algo de tiempo y tras otras muchas elucubraciones, nos
atreveríamos a plantear la cuestión de la siguiente manera: ¿Son los comentarios a las
obras filosóficas, en nuestro caso consideradas “clásicas”, una mera “explicación” de las
mismas? ¿O, antes bien, es dable encontrar en los comentaristas una fuente de ideas
novedosas y hasta distantes y diversas, respecto del texto que comentaron?