El hecho de que la desigualdad social es la marca dominante de la cuestión
social en la Argentina es un dato ya confirmado por la sociología y la cultura. La
existencia de núcleos de exclusión social severa –enquistados territorialmente y en
frágil relación con la sociedad “integrada”– constituye, desde hace décadas, una
realidad impermeable a las intenciones de las políticas sociales y urbanas.
Los últimos meses permiten contemplar la cadencia de esa desigualdad. Territorios que parecen imbricarse en un orden social y urbano más amplio en tiempos de
relativa bonanza ven encenderse los bordes de aquello que los separa cuando las
variables de contexto cambian como hoy.
El confinamiento sanitario en los barrios relegados del Gran Buenos Aires debe
entenderse a contraluz de esta realidad, y sobre las experiencias de otros confinamientos del pasado.