Identidad, globalización y etnofagia

La etnofagia expresa el proceso global mediante el cual la cultura de la dominación busca devorar a las múltiples culturas populares. No se busca la destrucción mediante la negación absoluta o el ataque violento de las identidades, sino su disolución gradual mediante la atracción, la seducción y la transformación. Vemos, entonces, que la regeneración de las identidades está indudablemente vinculada con la actual fase de mundialización del capital; no es algo que ocurre sólo a contracorriente de la globalización, sino de un movimiento impulsado de algún modo por su oleaje. O, quizá, sería más correcto utilizar el concepto de identificación para señalar el proceso que “le engrasa las ruedas a la globalización” (ZYGMUNT BAUMAN, 2001, p.174). Las identificaciones en muchos casos son especies de identidades efímeras, líquidas. Pero, así como hay construcciones identitarias que aceitan el sistema, existen otras que arrojan arena en los engranajes de la globalización, parecen capaces de resistir con éxito la individualización y, aún más, iluminan horizontes a partir de los cuales pueden elaborarse alternativas de emancipación frente al sistema neoliberal. En resumidas cuentas, con la globalización estamos en una fase en la que el liberalismo es reelaborado para construir una estrategia de “inclusión” de la diferencia, compatible con el capitalismo globalizado. El multiculturalismo es la ideología que la globalización necesitaba para poner en práctica a fondo la etnofagia universal. Ésta no procura la homogeneización cultural, sino que, de hecho, promueve la integración de todas las diferencias, bajo las condiciones que estipula el multiculturalismo y define que la particularidad oculta de la nueva “universalidad” sea la propia globalización del capital.