La política en América Latina cuenta con rasgos muy heterogéneos, asentados
en las últimas décadas, que han contribuido a definir con bastante nitidez sus principales líneas maestras fijadas de manera dinámica. El resultado son países donde
prima el presidencialismo, así como ciertas tensiones en los procesos descentralizadores con profundas diferencias en lo que atinente al grado de calidad de sus
democracias (Alcántara, 2020). Sin embargo, en 2020 se da un contexto de gran
homogeneidad, influido por la pandemia de la Covid-19, que llegó a la región de
manera generalizada en los últimos días de febrero y los primeros de marzo. En
agosto, no termina de alcanzar su mayor impacto, y da paso a un escenario denominado de “nueva normalidad”. Esta situación, a su vez, se superpone con otra de
mayor densidad, configurada paulatinamente a lo largo del último cuarto de siglo,
y que se define por la era exponencial
que ha supuesto la irrupción irrestricta de
las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación (TICs).
El presente texto
se divide en dos partes, a las que se añaden unas consideraciones finales. En la primera, se aborda el escenario político existente a inicios de
2020, con el énfasis puesto en los legados del pasado reciente, mientras que en
su segunda parte se enuncian seis aspectos que tendrán una relevancia notable en
los tiempos venideros. Su carácter general es ensayístico y su finalidad principal
estriba en abrir debates que son necesarios en el ámbito público y que no debieran
quedar recluidos en la arena académica. Algunos de los puntos abordados requieren una validación empírica, tanto de su contenido como de su impacto.