LACUA. Latin American Center University of Aarhus—Denmark
Resumen
Hoy en día, no queda ninguna duda de que el componente cultural es un elemento esencial dentro de la enseñanza y el aprendizaje de lenguas extranjeras y su presencia es constante e ineludible en todos los programas de lenguas. Todo aprendizaje de lenguas requiere el conocimiento de los aspectos sociales, culturales, históricos, políticos y económicos de la comunidad de hablantes a la que se accede (Pozzo 2007). Además, uno de los objetivos declarados de la enseñanza de lenguas extranjeras – más allá de la finalidad práctica de aprender una lengua con fines comunicativos – es abrir al aprendiz de lengua una ventana a un mundo más amplio que al que puede tener acceso mediante su propia lengua y trasfondo cultural: “el aprendizaje de una nueva lengua adquiere pleno sentido en la medida en que permite al hablante ampliar su propia visión del mundo y desarrollar su personalidad social mediante el acceso a una realidad nueva” (Plan Curricular del Inst. Cervantes, pág. 39). De esta manera, la enseñanza de lenguas extranjeras llega a adquirir una dimensión ética. No es ya cuestión de inculcar al aprendiz de lengua conocimientos sobre una cultura ajena que podrán favorecer su uso adecuado de la lengua a aprender, sino que el contacto con la lengua y la cultura ajenas, a través de una reflexión crítica de la propia cultura, debe contribuir a la formación y el enriquecimiento personal y social del aprendiz (Kumaravadivelu 2003:285).