El presente artículo analiza las características que adquirieron
los monasterios que se instalaron en los reinos anglosajones durante el proceso de cristianización de los mismos, así como la relación con la figura del
obispo que surgió de ellos. Con este fin, se abordarán las particularidades
que alcanzaron los vínculos entre la Iglesia y las dinastías reinantes, estrechamente relacionadas con la aristocracia guerrera, a través de un breve estudio
del caso de San Wilfredo, obispo de Northumbria.