En los últimos años se evidencia un crecimiento
exponencial de los museos de arte surgidos en
ciudades periféricas que guardan una convivencia
de lo local frente a lo global. Se trata de importantes
colecciones dentro de vistosos espacios edilicios,
que se emplazan en puntos estratégicos de las
ciudades que le dan cobijo.
Estas instituciones, con sus rasgos diferenciadores,
invitan a mirar y consumir el arte desde un lugar
distinto, y nos plantean si dentro de este binomio
puede tener lugar una identidad latinoamericana.
El recorrido de este artículo tiene por objetivo repasar
construcciones discursivas en torno a esta temática,
desde la reflexión de la propuesta del Museo de
Arte Contemporáneo de Rosario, Argentina; una
experiencia relevante para la cultura rosarina, en la
que confluye el reuso del suelo urbano con retóricas
identitarias.