La revolución científica que produjo la modernidad respondió a la vez que proporcionó un apoyo crucial a la polarización de género que el capitalismo industrial exigía para producir la clara división entre trabajo y hogar que necesitaba, definiendo cada vez más dicotómicamente los roles de género.
Produjo una asociación absoluta entre mente, razón y masculinidad al mismo tiempo que profundizó las oposiciones mente/naturaleza, razón/sentimiento, masculino/femenino, público/privado, objetivo/subjetivo y que reforzó la concepción de la naturaleza como algo inanimado.
Debemos preguntarnos por la construcción de los hombres, las mujeres y la ciencia; preguntarnos qué significados conlleva asociar determinados aspectos de la experiencia humana con lo masculino y otros con lo femenino, en resumidas cuentas, debemos cuestionarnos cómo esta construcción de “los hombres” y “las mujeres” ha influido en las producciones científicas.