La historia de la arquitectura ha estado presente en la formación de los arquitectos. No obstante su rol ha cambiado de una época a otra y de un lugar a otro, en virtud a la definición compuesta en la que se reconocen tres dimensiones: la disciplinar, la historiográfica y la pedagógica-didáctica. Dimensiones que a su vez vinculan dos maneras de enfrentar el pasado: mediante el instrumental de la historia (cronos), o mediante la mirada al lugar (topos), siendo las obras de arquitectura un punto en común en ambas. Estas maneras fueron motivo de una experiencia académica y cuyo resultado se argumenta en favor de la segunda: dada su afinidad con el conocimiento empírico, inductivo, que admite la transformación, la contingencia y las temporalidades como recursos didácticos que promueven el aprendizaje significativo.